Familias para la Acogida » Puro agradecimiento

Puro agradecimiento

El acogimiento familiar: la ayuda a un niño y a su familia biológica

¿Qué nos movió a acoger a un niño? El puro agradecimiento, nos han enseñado que aquello que hemos recibido gratis hay que darlo gratis, pues bien, ¿qué mayor regalo que nuestra familia? Es el mayor regalo que hemos recibido, y fuimos especialmente conscientes durante el embarazo de nuestra hija mayor cuando inesperadamente surgieron una serie de complicaciones. Una vez más el Señor quería que afianzáramos nuestro sí hacia Él a través de nuestra hija, nos fiamos y el regalo se dio.

 

Realmente nosotros pensábamos que el agradecimiento se expresaría a través de una adopción, no pensábamos en acoger, primero por desconocimiento, y después por “miedo”. Miedo al dolor, miedo a perder a un niño que durante un tiempo más o menos largo estaría con nosotros. Pero, ¿cómo se puede perder algo que no nos pertenece? Este es el cambio que hemos experimentado. Que cualquiera de nuestros tres hijos son un regalo que no nos pertenece, que sólo tenemos que custodiar y cuidar, porque Otro nos los pone día a día.

 

No importa donde esté X ahora o mañana, nada puede impedir ya que nosotros le queramos siempre. El Señor mismo ha venido a nuestra casa a través de este niño.

 

Os mentiríamos y nos mentiríamos a nosotros mismos si os dijéramos que no tenemos más trabajo, pero tampoco seríamos leales si no reconociéramos que experimentamos el ciento por uno en nuestros sacrificios.

 

Es cierto que la vida consiste en el don de uno mismo. Nosotros tenemos experiencia de que cuanto más nos damos, más crecemos y más recibimos. Basta estar atentos y ver lo que sucede con nuestras hijas cuando juegan con su hermano, o cuando rezan los tres juntos por su mamá biológica, su abuela o su hermanita.

 

Sin embargo, no hemos sido nosotros los únicos escogidos por el Señor para vivir este milagro carnalmente. Quizás el milagro más sorprendente es el que ha experimentado la familia de X, que comparte con nosotros el deseo de bautizar al niño. Y cómo su abuela -la más reticente al acogimiento- reconocía conmovida en la última visita a la trabajadora social, que ahora entendía lo que era la acogida, que veía a su nieto mucho más feliz viviendo con nuestra familia que en el centro.

 

Esto es lo que sucede cuando dejamos actuar al Señor a través de nuestro sí. Pero también es cierto que nosotros solos no podríamos hacer esto, ni siquiera podríamos reconocerlo. Sólo a través de una compañía carnal y concreta, nuestros amigos que nos dan testimonio día a día y la asociación de Familias para la Acogida que nos reta y nos provoca a no detenernos ante las dificultades, esto es posible.

 

Gracias a todos, porque sin vuestro sí a lo mejor no existiría el nuestro.

 

Ángel y Paloma