Charlas «Jueves en Familia»

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Con ocasión de la vuelta al colegio, D. Luis Manuel Martínez Domínguez, doctor en pedagogía, profesor de la URJC y autor del libro «El arte de estudiar en casa. Claves para enseñar a tus hijos» nos dió una serie de consejos muy útiles dentro del ciclo de charlas organizadas por la Dirección General de la Familia y el Menor bajo el título «Jueves en Familia»

Septiembre, con la vuelta al cole, parece como una ola que viene, se acerca, llega y hay que aceptarla. Pero podemos convertirlo en oportunidad de crecer, “voy a por ella”.
Estos son los consejos que nos ofrece D. Luis Manuel Martínez, autor del libro “El arte de estudiar en casa”, doctor en pedagogía, profesor del Departamento de Educación de la Universidad Rey Juan Carlos y subdirector del Observatorio para el Estudio y Desarrollo de Innovaciones en el Ámbito de la Educación de la misma universidad.
Él tuvo dificultades de aprendizaje, especialmente con Lengua y ortografía. Empezó la carrera suspendiendo y, sin embargo, la acabó con un año de antelación.
La charla no trataba de añadir otra obligación más a los padres sino de simplificar su relación con los hijos mientras están en casa. Que los hijos disfruten cuando están en casa.
Lo que nos mata es perder el sentido de los deberes. No se trata de que saquen mejores notas sino de que aprendan ellos, razonando ellos. La razón es abrazar a realidad disfrutando su textura.
– Tutoría: conocer al profesor desde septiembre y sacar partido de la tutoría. Somos, padres y profesores, un equipo. Hay que querer al profesor, es la persona que nos va a poder ayudar este año en la educación de nuestro hijo, confiar en él. No se trata de manipularle, se pondrá a la defensiva si lo intentamos, sino de confiar en él. Hacer equipo con el profesor.
– Observar a nuestro hijo, mirar y estar pendiente. No diciendo “a ver qué hace, que no comience mal desde septiembre….” Sino diciendo “tenemos todo el curso por delante, vamos a ver qué está haciendo bien, qué logros va consiguiendo, para que nuestro hijo se acostumbre a darse cuenta de qué está haciendo.
Observar al niño también para ver lo que más le gusta y partir de ahí. Valorar mucho sus logros, aunque sean pequeñísimos, en lo que no le gusta.
Enterarse de lo que debe aprender, para que no se centre sólo en lo que a él le apetece.
– Cambiar nuestro “¡Ponte a estudiar!” por un “¡Disponte a estudiar!”. Esto segundo supone ponerse con todo nuestro ser a estudiar, en cuerpo, mente y espíritu. Es necesario un momento de centrarse antes de comenzar el estudio. Unos minutos de relajación o unas respiraciones, junto con el móvil y la televisión apagados, ayudan a disponerse adecuadamente frente al estudio.
– Mi hijo tiene que enterarse de qué está pasando en su clase, qué material tiene que llevar, qué deberes tiene que hacer. No puedo sustituirle yo como padre o madre, llamando al papá o mamá de otro compañero de clase o preguntando en el grupo de wasap de los padres de la clase de mi hijo. Si no se ha enterado, tendrá él que asumir las consecuencias (no llevar los deberes hechos o ir al cole sin el material que pidieron) para que aprenda a encargarse de estar más atento la próxima vez y a apuntarlo en la agenda.
– Enseñar a nuestro hijo la diferencia entre tener tareas o deberes o tener que estudiar. Es posible que no tenga tareas, pero las cosas que se han explicado durante el día, sí es bueno estudiarlas (siempre con lápiz y papel).
– Educar con datos: ¿ cuántos días ha hecho bien los deberes? Siempre anotando logros (no fracasos).
– Educar es frustrar en cierto sentido. Como un árbol que si le damos agua a diario, tendrá unas raíces pequeñitas, porque no le hará falta que crezcan más, y cuando venga la sequía, se morirá. Si nuestro árbol tiene que extender más las raíces para buscar el agua, cuando vengan tiempos de sequía, sobrevivirá porque podrá alcanzar el agua para vivir aunque esté lejos. O como un gusano de seda, que si le rompemos el capullo para que salga no tendrá fuerzas en las alas para volar; solo si rompe él mismo el capullo con el esfuerzo de sus alas, las fortalecerá como para poder volar.
– Hay dos aprendizajes: aprendizaje activo, aprendemos haciendo; aprendizaje pasivo, aprendemos dejándonos hacer por las personas que nos quieren (padres y profesores).
Lo que más le ayuda es que tenga al lado personas que le miran con esperanza.
Favorecer su confianza, curiosidad y asombro.
Tener en cuenta cómo es él. Puede cambiar, pero…..poco. Si todos los niños son “motos” y él es un “avión”, estorbará en clase, pero cuando pueda, volará y llevará a sus compañeros en el vuelo.
Fijan sus conocimientos y sus valores, normalmente, por emociones. Debemos tenerlas muy en cuenta.
Se moverán por su deseo. Debemos sostenerle e incentivarle en su deseo de ser feliz.