Adopción y adolescencia

Nuestra amiga y psicóloga familiar, María Poudereux, ha participado en Bérgamo (Italia) en el primer encuentro del grupo de adopción dirigido a padres y madres con hijos adoptivos en edad adolescente (a partir de los 13 años) para conocer personalmente la experiencia y trasladar las conclusiones del trabajo a nuestras familias adoptivas.

El viernes 5 de octubre de 2012 comenzó el curso y reanudó su actividad el drupo adopción y adolescencia de la Asociación Famiglie per l’accoglienza en Bérgamo.

Se trata de un grupo de padres y madres adoptivos que nació hace cuatro años por la necesidad de estar acompañados frente a las dificultades que surgen en la relación con el modo en que sus hijos viven la adopción al llegar la adolescencia. 

A este grupo, presidido por Daniela, madre de una hija adoptiva de 23 años y de dos hijos biológicos de 22 y 18 años, y dirigido por el psicólogo y padre adoptivo D. Luigi Regoliosi, llegan madres y padres que, en ocasiones, tras muchas dificultades con sus hijos, están a punto de abandonar en la tarea de educar a sus hijos porque ya han probado de todo y se sienten incapaces de continuar con una labor que con tanta ilusión comenzaron años atrás, y que tan ardua y complicada se ha vuelto con el tiempo.

Otras familias acuden mensualmente al grupo ante la necesidad y el reto que les plantea como padres, la adolescencia de sus hijos. Quizá estas últimas familias más tranquilas, pero con la certeza de que sus hijos crecen y quieren estar acompañados para afrontar y aprender en este nueva fase.

Mientras cenábamos, antes de dirigirnos al centro donde iba a tener lugar el encuentro, con Luigi Regoliosi, el psicólogo que dirige el grupo, comentaba cómo en muchas ocasiones los hijos adoptivos al llegar la adolescencia empiezan a dar «problemas de conducta» y la propuesta más inmediata desde la Psicología tradicional es tratar sólo con el adolescente estos problemas.

Un niño o una niña que ha sido adoptado porque sus padres biológicos no podían o no querían cuidar de él, sufre una herida y en la etapa adolescente esto -que ha podido pasar más o menos desapercibido- brota con fuerza con preguntas sobre el origen y el significado de él y de su vida. Estas preguntas no se las puede hacer a aquellos que provocaron esta herida, a sus padres biológicos, porque normalmente no están como interlocutores. A quien sí se las puede plantear es a los padres adoptivos que le han estado educando y ayudando a crecer. En muchas ocasiones, el niño al llegar a la adolescencia, ha idealizado la figura de su madre y/o de su padre biológico, y le surge una rebeldía contra el padre/madre que tiene presentes: sus padres adoptivos. Es duro para un padre o una madre adoptivo ver cómo «parece que me he equivocado en algo para que ahora mi hijo, al que tanto quiero, esté así conmigo».

Cuando se trabaja sólo con el adolescente y tratando únicamente sus «problemas de conducta» la ayuda que ofrece un psicólogo a la familia en esta situación se queda corta. La familia en su conjunto necesita ayuda en este momento de cambio del ciclo vital. Los padres necesitan poder entender que la rebeldía de sus hijos no es por nada malo que hayan hecho ellos, aunque sea con ellos con quienes lo paga.

Las madres y los padres que asisten a este grupo de adopción de Bérgamo esperan con ansia el encuentro mensual porque comprueban que es una herramienta útil para ser educados y corregidos ellos, como padres, en la mirada hacia su hijo, de tal forma que puedan seguir ayudándole a crecer y ser una persona sólida.

También recientemente ha tenido lugar en Barcelona un seminario sobre acogimiento y adopción organizado por INTRESS en el que se constataba que la convivencia familiar cesa en un 30% de los acogimientos y en un 5% de las adopciones al llegar la adolescencia. Cesa la convivencia, es decir, se deja al menor en un centro.

Leyendo la noticia publicada en los medios sobre este seminario, nos ha llamado la atención descubrir de nuevo la novedad de método de Familias para la Acogida, porque va más allá de las propuestas habituales de trabajar con los adolescentes en terapias o crear recursos para ellos para distanciarse de sus padres. El trabajo con los adolescentes terapéutico también puede ser productivo, si se hace bien. Pero se queda cojo cuando sus padres adoptivos no pueden acompañarles también en el recorrido terapéutico, estar implicados de alguna forma. Toda adolescencia (de los hijos biológicos, adoptivos o acogidos) es sobre todo un reclamo para los padres y las madres, una circunstancia más en la que madurar como familia. Por eso, si los padres se quedan fuera, se pierden la oportunidad de madurar como familia.

 

María Poudereux Mozas.

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Psicóloga, Área familiar