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Por agradecimiento

 

… cuatro hijos, los dos pequeños acogidos. Siempre nos hemos fiado de las pautas que se nos daba: hablarles de su madre biológica con naturalidad, seguir sus conversaciones sobre el tema sin reparos pero con mucho respeto, poner una foto,…

 

Tenemos la certeza de que la vida la hemos recibido gratuitamente, y nos es dada y renovada instante a instante. La familia, los amigos, los hijos. Todo lo que somos, de lo que disfrutamos.

 

Si se nos ha dado todo gratuitamente entonces la ley de la vida es darla. Se nos da la existencia gratuitamente y en cada instante para que nosotros demos la vida gratuitamente, en cada instante y la demos por entero. Por eso empezó nuestra aventura de acoger.

 

Una aventura que sólo aprendes realmente en que consiste cuando participas de ella, un aprendizaje que no tiene fin. Tenemos cuatro hijos, los dos pequeños acogidos. Siempre nos hemos fiado de las pautas que se nos daba:hablarles de su madre biológica con naturalidad, seguir sus conversaciones sobre el tema sin reparos pero con mucho respeto, poner una foto,…

 

Nos gusta que la foto en la que aparece su madre sea con ellos, si no tenemos la sensación de que podría ser de cualquier revista. Como ellos van creciendo, si no vamos cambiando la foto no se reconocen y si su madre ha cambiado un poco, pues tampoco la reconocen a ella.

 

Nuestro tercer hijo tenía una foto muy pequeñita de su madre en la cabecera de su cama, nunca había dicho nada pero nos parecía que había que cambiarla y gracias a insistir un poco nos dieron una foto, hecha en una visita, de los dos en formato digital. La ampliamos a tamaño dinA4 y mi mujer, Elena, la colgó para que la viera nada más abrir la puerta de su habitación. «Esa cara jamás se me olvidará. Se quedó muy sorprendido, se giró y se agarró a mi pierna con todas sus fuerzas. Levantó la cara y con una sonrisa de oreja a oreja me dijo: “Que suerte tengo, tú también la quieres, ya somos dos.”»

 

La acogida de estos dos niños ha cambiado nuestra vida primero como mentalidad. Como he dicho antes nos ha hecho tener la certeza de que la vida se nos da para darla y que dándola obtienes el ciento por uno, es decir la posibilidad de ser felices ya en este mundo. Es muy difícil explicar, hay que hacer experiencia de ello.

 

También está cambiando nuestra forma de vivir. La vida ya no la sentimos como si nos perteneciera a nosotros, tenemos una capacidad de acogida que va más allá de nuestros hijos. Elena en su trabajo y yo en el mío con mis enfermos hasta el punto de implicarme con ellos y abrir nuestra casa y nuestra familia también a ellos.

 

También nos exige un sacrificio importante, pero gracias a este sacrificio nos preguntamos de forma cotidiana el por qué de esta vocación en el inicio y en el presente. Un sacrificio que no nos lleva nunca a la queja precisamente porque hacemos memoria de lo que significa esta vocación en nuestra familia.

 

En resumen cuanto más nos damos a nosotros mismos vemos que más recibimos nosotros mismos. El acogimiento de nuestros hijos es el acontecimiento que más nos está ayudando a cambiar y que además vemos que es capaz de incidir en todos los aspectos de nuestra existencia.

Javier Gutiérrez y Elena Marigorta